¡Feliz Año!
Casi sin darnos cuenta ya ha pasado la Navidad. Dentro de unos días estaremos recogiendo el árbol y el Belén (bueno, yo no porque no tengo) y volveremos a nuestra rutina. Sin luces de colores. Sin villancicos. Sin espíritu navideño.
Pero no todo está perdido aún, porque todavía queda lo mejor: ¡los Reyes! Mi duende y yo hemos hecho un viaje en el tiempo hasta llegar a nuestra infancia, concretamente a la madrugada del 6 de enero.
Recuerdo abrir un ojo muy muy despacio, con mucho cuidado por si Los Reyes estaban en mi habitación y me pillaban despierta y se enfadaban por estar despierta y se llevaban mis regalos y DRAMA. Recuerdo ver un montón de paquetes (ni rastro de los Reyes que, por cierto, nunca se comían los mazapanes ni se bebían el anís) y susurrarle a mi hermana «Sonia, ya han venido», y su respuesta «Ya…». «Vamos a abrirlos» decía yo. «Son las 5 de la mañana, hay que esperar un poco». Sí, sé lo que estáis pensando… ¿qué niño es tan sumamente responsable como para sentir que debe esperar hasta que amanezca para abrir los regalos? Ese niño es mi hermana. Mi hermana y su sentido de la responsabilidad extremo merecen un post enterito, y algún día lo tendrán. Pero hoy no es el día. Hoy tengo algo importante que contaros.
El día de Reyes puede que sea el día del año más esperado por los niños… hasta el momento en que descubren su secreto. Su verdadera identidad, para que nos entendamos. Supongo que la mayor parte de vosotros ya sabéis a qué me refiero, pero puede ser que entre mis lectores se encuentre una persona anclada en los 5 años de edad. Si eres tú, por favor, no sigas leyendo. Una vez, en un autobús, conté el secreto a viva voz sin caer en la cuenta de que en el asiento de atrás viajaba un niño y la culpa aún me persigue. No me podría perdonar caer en el mismo error.
El caso es que llega un momento en la vida de un niño en que empieza a atar cabos (o los ata su compañero de clase y se lo suelta sin ningún tipo de compasión) y ¡zas!, se acaba la magia. Los Reyes no son esos tres señores que vienen de Oriente, sino una pareja mucho más familiar (y nunca mejor dicho) que viene de El Corte Inglés.
Ese momento de descubrimiento cada vez llega a una edad más temprana. Puede que penséis que es inevitable, pero (y aquí llega la buena noticia), ¡se puede evitar! Tan sólo debemos tomar algunas estrictas medidas de precaución y los niños podrán disfrutar de esta noche mágica unos cuantos años más.
Aquí van unos sabios consejos que, si seguimos al pie de la letra, nos llevarán a un éxito seguro:
– Los niños no deben pisar ni una sola superficie comercial desde mediados de diciembre hasta el 7 de enero. Es un poco sospechoso ver a cientos de personas comprando compulsivamente justo antes de Navidad, mientras en una mano sostienen una carta escrita por su hijo y destinada a SSMM Los Reyes Magos de Oriente.
– Es más, los niños deberían estar encerrados en casa desde mediados de diciembre hasta el 7 de enero. En caso de que salgan a la calle, deberán evitar todo tipo de contacto con otras personas para no escuchar frases tipo «no sé qué comprarle a Fulanito por Reyes». Porque por Reyes no se COMPRA, se PIDE.
– Es aconsejable que no aprendan a leer. Recuerdo ver los anuncios de juguetes cuando era niña mientras un letrerito rezaba lo siguiente «Producto de importe superior a 5.000 pesetas». ¿Qué mas da lo que cueste si lo van a traer los Reyes, que no compran, sino fabrican sus regalos? Importante erradicar el tema económico o la ilusión se reducirá al 50%.
– Los televisores deberían dejar de funcionar durante el período navideño mientras los niños estén despiertos. En la televisión se escuchan continuamente mensajes como «muchos niños no tendrán regalos estas Navidades». Este mensaje que tan bien funciona en los adultos, es absolutamente contraproducente en los niños, que podrán pensar «los Reyes son unos clasistas. ¿Por qué a los niños pobres no les regalan nada?». Cuidado, porque en algún momento os pueden hacer esta pregunta y vuestra respuesta debería ser más convincente que la me dio mi madre a mí («no sé, hija» me dijo mientras sudaba y se levantaba a fregar los cacharros).
– Para los que organizáis visitas de Los reyes a colegios u otros lugares que visitarán los niños. Existen personas negras. Son negros de verdad, no van pintados ni nada. Y resultan bastante más creíbles en el papel de Baltasar. Espero haber ayudado.
– Sed previsores. Una fotocopia de la carta nunca está de más, porque llegará el momento en el que el niño quiera echarla al buzón y vosotros no os la habréis estudiado. Entonces llegará el momento en que queráis tener más detalles sobre lo que allí había escrito y el niño responderá «tú no te preocupes, que en la carta lo explicaba todo bien clarito».
– Concentraos en lo que pide cada niño en el caso de que a vuestro cargo haya más de uno. Mis Reyes Siempe equivocaban lo que había pedido yo con lo que pedía mi hermana. «Mamá, ¡son tan despistados como tú!» decía yo. Y entonces la tensión en aquella habitación podía cortarse con un cuchillo.
– Si decidís responder a la carta que ha escrito el niño, cambiad vuestra caligrafía. «Jo papi, escriben como tú. ¡Cuántas cosas en común tenéis con los Reyes!». Y la tensión no sólo podía cortarse con un cuchillo, sino que en la habitación la tempartura aumentaba unos 50 grados.
– Inventad una buena excusa cuando salgáis de compras. Mis padres me decían que iban a hablar con los Reyes y, aunque yo pasaba la tarde con más nervios de todo el año por si le contaban todas las maldades que había hecho, el resultado era espectacular: yo me portaba como una bendita hasta el mismísimo día 6 de enero y ellos podían hacer sus recados sin ningún tipo de presión.
– Cuidado con los envoltorios: el papel de envolver de El Corte Inglés es muy bonito, pero su logotipo aparece en el 90% de la superficie. Comprad vuestro propio papel. Y bueno, si conseguís uno que sea parecido al de los regalos que llevan las carrozas de la cabalgata, triunfaréis como estrellas del Rock.
– No envolváis cuando los niños están en casa u os veréis obligaods a inventar excusas tipo «estamos doblando bolsas». Gracias por el intento, mamá, pero nadie dobla bolsas la noche del 5 enero a las 2 de la mañana.
– Por último, responded a todas las preguntas que se planteen los niños acerca de los Reyes con «porque son magos». Los magos pueden hacer cosas increíbles, casi tan increíbles como las que pueden hacer los padres.
Como me he puesto sentimental y flojita y este blog no es para eso, corto la conexión hasta próximo aviso.
Y portaos bien, ¡que los Reyes lo ven todo!